Destellos verdes y azules ganaron el cielo de México durante el sismo de magnitud 7,1 grados en la escala de Richter, que tuvo su epicentro 11 kilómetros al sureste de Acapulco y que sacudió al Distrito Federal y zonas aledañas en la noche de este martes.
FENOMENO. Las luces en el cielo durante un terremoto tienen una explicación científica.
El espectáculo pareció digno de una película con efectos especiales asombrosos. Pero fue real.
A primera vista, las misteriosas luces pudieron confundirse con las descargas habituales que producen las tormentas eléctricas convencionales, aunque con una tonalidad un tanto distinta. Pero la explicación de lo que se vio en territorio azteca es otra.
Se trata de un fenómeno natural llamado triboluminiscencia o “luces de terremoto”, que más allá de no ser común, puede producirse durante sismos o erupciones volcánicas. Esta noche, su presencia durante el terremoto no pasó desapercibida en las redes.
Las preguntas sobre qué era lo que estaba sucediendo se multiplicaron entre los distintos usuarios de Twitter, pese a que en el sismo que sufrió aquel país en 2017 se produjo en fenómeno similar.
La sorpresa y el estupor fueron una constante en los usuarios, que buscaban una explicación en medio del panorama de incertidumbre que se presentaba mientras se producía el temblor.
Incluso hubo quienes plantearon un escenario «apocalíptico» al momento de preguntarse de dónde provenían las luces del cielo. /Clarín
A través de un gráfico, el usuario @pictoline presentó una «posible explicación» al fenómeno. Según una publicación que realizó el Instituto de Física de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) en abril de este año, la triboluminiscencia es “un fenómeno en el que mediante acciones mecánicas como la frotación, la trituración, la agitación, la fricción o la deformación, ocurren rupturas en los enlaces químicos de un determinado material, produciendo así destellos de luz”.
En este caso, la fricción se generó en las rocas presentes en las placas tectónicas de la corteza terrestre, que al entrar en fricción generaron descargas eléctricas que salieron a la superficie y, al entrar en contacto con la atmósfera, se manifestaron en haces de luz. Por su parte, en un estudio publicado en 2001, Friedemann Freund, investigador de la NASA, advirtió la existencia de cargas eléctricas latentes en las rocas que constituyen la corteza terrestre y detalló su respuesta ante la fricción. «Si el nivel de fatiga es alto, cargas eléctricas surgen dándole a las rocas las propiedades de un cuerpo semiconductor”, explicó.
«¿Qué ocurre cuando estas cargas eléctricas llegan a la superficie de la tierra? Estas cargas alteran la naturaleza del terreno. Una predicción razonable sería que éstas cargas eléctricas emergentes causarían que la superficie de la tierra adquiriera un carga positiva cubriendo una gran área la cual llegaría a medir de decenas hasta cientos de kilómetros. La ionosfera reflejaría estos cambios por consecuencia”, dijo sobre el área que se localiza sobre la atmósfera terrestre, entre los 90 y los 300 kilómetros de altitud.
Dimitar Ouzounov, colaborador de Freund en la NASA, resumió: “Cuando la superficie de la tierra adquiere una carga positiva, el plasma cargado de la ionosfera reacciona”.
Fuente: Clarín.