Crítica de «Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody», la vida de una diva

Escrito por el 23 diciembre, 2022

Naomi Ackie se transforma en la diva en un biopic musical dirigido por Kasi Lemmons, un retrato de la compleja y multifacética mujer detrás de La Voz.

Crítica de 'Whitney Houston: I Wanna Dance with Somebody', la vida de una diva

Por Fausto Fernández
Para Fotogramas

Resulta curioso cerrar el año en que (algunos) hemos celebrado las bodas de oro del estreno de ‘El ocaso de una estrella’ (Sidney J. Furie, 1972), el biopic de la divina (y trágica) Billie Holiday reencarnada en otra diva como Diana Ross, con el estreno de otra biografía cinematográfica a mayor gloria (sin esconder sombras) de una estrella sin discusión y asimismo trágica como Whitney Houston. Cincuenta años separan a una producción de la discográfica Motown que incidía mucho en el descenso a los infiernos de la droga, pero todavía más del desamor, de la irrepetible cantante de jazz, blues y soul, con esta, afortunadamente no hagiografía (pero casi: viene del entorno “oficial” de la artista)) de quien llevara a la banda sonora de ‘El guardaespaldas’ a ser la más vendida de la historia. En este medio siglo parecería que hay una mayor capacidad de ahondar en el corazón y la carrera de la cantante sin censuras, algo que alejaría al académico film de Kasi Lemmons de las tinturas de blaxploit de lujo del de Sidney J. Furie. Sin embargo, por mucho que el relato periférico del ascenso y caída de Whitney Houston sea el de una mujer que tuvo que reprimir sus sentimientos lésbicos hacia su amiga íntima, Robyn Crawford, y cómo eso la llevó a darse de bruces con el dolor de una vida “normal” que fue un vía crucis, todo resulta demasiado edulcorado, hasta las secuencias con su madre y con ese monstruo llamado Bobby Brown. ‘El ocaso de una estrella’ era, en este sentido, más honesta. También más amarillista, pero en el desgarro de la mala vida de Billie Holiday la película acababa encontrando la clave para entender el arte supremo de una voz tan bella como rota.

‘I wanna dance with somebody’ no es, pese a ello, un biopic desdeñable (y clona de El ocaso de una estrella esa actuación final casi terminal y hermosa). Su estructura ha sido probada antes con eficacia comercial (el guión es de Anthony McCarten, firmante del de ‘Bohemian Rhapsody’) y amortigua la dureza de los episodios más negros en la vida de Whitney Houston con la citada historia de amor homosexual (que está narrada con delicadeza y belleza formal, nunca cayendo en la cursilería) y, sobre todo, con de nuevo (como en el film sobre Freddie Mercury) el apasionante e inteligente ardid de explicarnos quién y cómo era la artista a través de la génesis de sus canciones. Así, lo mejor de este ‘Ha nacido una estrella‘ donde Vickie Lester y Norman Maine son la misma persona (mujer) reside en la conexión entre cada temazo y el estado vital, anímico y profesional de la Houston. En un ejercicio de radicalidad narrativa, con el cual Kasi Lemmons, la directora, coquetea a lo largo de su ídem metraje, ‘I wanna dance with somebody’ se convierte en un musical, que pasa de la luz a la oscuridad, de Bertolt Brecht y Kurt Weill, y donde las canciones son las que de verdad nos explican la historia.

Para huérfanos de Whitney Houston buscándola al final del arcoíris.


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